¿Qué es?
El LCA se encuentra situado en la rodilla uniendo el fémur y la tibia, con disposición oblicua que va hacia abajo, de posterior a anterior y de externo hacia interno. Recibe el nombre de cruzado debido a que junto con el ligamento cruzado posterior forman una cruz.
La función de los ligamentos es proporcionar estabilidad en la articulación en la que se encuentran y, en concreto, este ligamento trata de limitar el movimiento de la tibia hacia delante con respecto al fémur.


Mecanismo lesional
Existen diferentes y muy variadas formas de lesionarse el LCA pero la más habitual se debe a un movimiento en el que el cuerpo rota mientras que el pie permanece fijado al suelo produciendo una rotación interna de rodilla que genera más tensión de la que el ligamento es capaz de soportar.
En la mayoría de los casos el paciente es consciente de que se ha hecho un daño importante en la rodilla, en ocasiones se puede percibir chasquido y en algunas ocasiones se puede apreciar inestabilidad en la articulación.
Tipos de lesiones
- Distensión: la tensión generada va más allá de la que es capaz de soportar, pero no se produce rotura sino un sobre estiramiento.
- Rotura parcial: en este caso el ligamento está roto pero no en su totalidad, es decir, existe continuidad del tejido.
- Rotura total: no hay continuidad del ligamento por lo que con seguridad va a afectar a la estabilidad y funcionalidad de la rodilla.
Es muy habitual que la rotura del ligamento no se produzca de forma aislada sino asociada a otras estructuras como podrían ser ligamentos laterales, meniscos, edemas óseos o fracturas de la meseta tibial.
La famosa triada (una de las lesiones más temidas por los deportistas) supone la lesión del ligamento cruzado anterior, ligamento lateral interno y alguno de los meniscos o ambos.
Diagnóstico
Tanto médicos como fisioterapeutas contamos con test ortopédicos que nos permiten valorar las diferentes estructuras de la rodilla, los más habituales para valorar el LCA son el test de cajón anterior, test de Lachman o Pivot Shift.
Dichas pruebas de valoración son muy útiles, pero en ocasiones no demasiado específicas, especialmente si la rodilla está muy inflamada o el dolor es muy agudo.
Otra opción es que un médico realice una punción para extraer líquido intraarticular, que en caso de que aparezca oscuro denotaría que existe sangre y, por lo tanto, lesión de alguna de las estructuras internas de la rodilla (cruzados o meniscos).
Pero sin lugar a duda la prueba mas fiable es la resonancia magnética, que nos podrá indicar con precisión qué estructuras están lesionadas y con qué gravedad.

Tratamiento
Por nuestra parte recomendamos que si la rotura no es completa se realice tratamiento conservador porque hay muchas posibilidades de que la rodilla quede en perfecto estado sin necesidad de cirugía.
Por el contrario, en caso de que la rotura sea completa recomendamos sin duda el tratamiento quirúrgico a excepción de algún caso excepcional como podría ser en personas de avanzada edad, que no tengan gran inestabilidad y sean bastante sedentarios.
Tratamiento quirúrgico
La operación del LCA consiste en la sustitución del LCA por otro y la técnica que se utiliza habitualmente es la artroscopia. En realidad, lo que se utiliza es un tendón que, con el tiempo, sufre un proceso de ligamentización para pasar a hacer las funciones que requiere.
Según el origen del ligamento podríamos hablar de:
- Aloinjerto: se utiliza el tendón de un donante fallecido, habitualmente del cuádriceps o del tendón de Aquiles que son los más fuertes presentes en el cuerpo. Esta técnica tiene como ventaja que no utilizan uno de tus tendones y por lo tanto no lo debilitan, como desventaja hay que realizar un proceso de deshidratación del tendón que puede provocar que el tejido pierda calidad y que, aunque sea de forma leve, aumenta la posibilidad de rechazo del tendón por parte del paciente.
- Autoinjerto: al contrario que el anterior tiene la desventaja que debilitamos el tendón que se utiliza y la ventaja de que es propio y por lo tanto se minimiza la opción de rechazo. Dentro de este subgrupo, que es el más habitual, los cirujanos suelen utilizar la técnica HTH (hueso-tendón-hueso) donde utilizan el tendón rotuliano o la T4 en la que utilizan el tendón de la pata de ganso.
En cuanto al tratamiento postquirúrgico es muy importante contar con un fisioterapeuta y la implicación del propio paciente. Por protocolo de estiman unos 6 meses desde que se realiza la operación hasta la vuelta a la práctica deportiva, aunque pueden existir variaciones según tipo de operación y evolución.
“Este artículo se ha redactado con la finalidad de informar sobre cuestiones generales, ante cualquier duda recomendamos consultar con profesionales especializados que puedan entender y abordar cada patología de manera específica. En Clínica Olea contamos con servicio de Fisioterapia, entrenamiento y Pilates, Yoga y Nutrición situado en Tres Cantos. Estaremos encantados de atenderos e intentar mejorar vuestra salud y calidad de vida”